Jenaro Villamil
De vez en vez, las tragedias ocurridas por explosiones de pipas de gas, como en el reciente caso de San Pedro Xalostoc, de ductos de gas de Pemex, como en San Juanico en 1984 y en el sector Reforma de Guadalajara, o, incluso por una extraña “acumulación de gas metano”, como en el Edificio B de la Torre de Pemex, indican la extrema vulnerabilidad en zonas urbanizadas con criterios electorales y el menosprecio constante a las elementales medidas de protección civil.
La explosión de la pipa de doble remolque en San Pedro Xalostoc parece conmover más a la opinión pública nacional e internacional que a los propios pobladores del municipio de Ecatepec, acostumbrados, quizá, a vivir en medio de la impunidad urbana, el clientelismo de todos los partidos y la impunidad de empresas como Termo Gas, una de las decenas que se han instalado en el valle metropolitano sin cumplir mínimas reglas de protección civil.