
Still de uno de los vídeos que los secuestradores pidieron difundir. Imagen: blogdelnarco.com
Muchas situaciones inéditas están ocurriendo en lo que ya constituye un salto cualitativo del narcopoder en su propia guerra y reacomodo del país: ahora exigen mediante el secuestro de reporteros y camarógrafos su acceso a la pantalla de Televisa, el medio masivo de mayor penetración en el país, y si no les cumplen no se conforman solamente con el acceso a Milenio TV, señal asociada a Televisa a través de su participación accionaria en Multimedios (TVI). El viernes lanzaron una granada en las instalaciones de Televisa, en Nuevo Laredo, recordando que si se trata de narcoterrorismo, lo vivido en Ciudad Juárez es un inicio peligroso de una comunicación del miedo por parte de los cárteles.
Lo ocurrido con el secuestro de cuatro periodistas –tres reporteros y un camarógrafo- el lunes 26 de julio en Gómez Palacio, Durango no sólo está relacionado con la historia de la directora del Cereso estatal 2, Margarita Rojas, presunta “facilitadora” para que los reos vinculados al narcotráfico pudieran salir a realizar matanzas en ciudades vecinas, como en Torreón, Coahuila.
El contexto más amplio nos habla de dos sucesos ocurridos esta semana que termina de manera kafkiana: primero, la difusión de una carta y una nueva imagen de Diego Fernández de Cevallos, donde le reclama a sus hijos que no regateen con sus captores el monto necesario para su liberación, y segundo, el espectacular operativo militar en Zapopan, Jalisco para detener a Ignacio “Nacho” Coronel, quien según la Secretaría de la Defensa Nacional, murió en la refriega.