Julio Scherer y las Historias de Muerte y Corrupción

Periodismo en Libros

Jenaro Villamil

Israel Gutiérrez, El Pelón, se inició como sicario a los trece años en los rumbos de Iztapalapa. Fue “campana”, distribuidor de droga y matón a sueldo. Perteneció a un grupo criminal que en su nombre lleva el sello de una nueva generación perdida: Los Desechables.

En el nuevo libro de Julio Scherer García uno de los hallazgos periodísticos más notables son las viñetas de otros jóvenes que como El Pelón forman parte de la era de los desechables de la guerra de Calderón contra el narcotráfico y contra el futuro.

“El sicario representaba la modernidad, la nueva ola. La muerte debería responder a un gesto frío y un tiro seco. Se trataba de un ritual innovador, limpio”, escribe Scherer García.

Con la maestría que le dan los años de una pluma afilada como un dardo, memoriosa y sin concesiones, el fundador de la revista Proceso retrata en este libro no sólo las historias de quienes matan para morirse jóvenes sino quienes desde sus espacios de poder y corrupción han logrado en los últimos años lo que nadie hubiera esperado de nuestra transición fallida: más de 30 mil muertos por esta “guerra” sin salida.

En una de las breves entrevistas que Scherer García recupera con el general Luis Garfias, contemporáneo del ex director de Excélsior, el militar sintetiza así la brutalidad de esta guerra:

“En España, todas las muertes provocadas por grupos terroristas en los últimos cincuenta años, sumadas, son menos de las que ha habido en México durante los cuatro años pasados. Increíble. Si contamos todos los muertos de la ETA en España, el ERI en Irlanda, el Baader-Meinhof en Alemania, las Brigadas Rojas que mataron a Aldo Moro, Sendero Luminoso, los tupamaros, los montoneros, suman menos que los treinta mil en México” (p. 87).

No hay espacio para el optimismo en estos retratos crudos, exactos que Scherer García nos ofrece. Por supuesto, recupera las historias más recientes que él como periodista ha protagonizado: desde su polémico encuentro con El Mayo Zambada y su desenlace (una dura entrevista que no ha sido respondida), hasta su relación con Sandra Avila Beltrán, La Reina del Pacífico, y el triste final de Zulema Hernández, la amante de El Chapo, personaje de otro libro indispensable de Scherer García.

Pero no sólo son los narcos o los niños sicarios los protagonistas de estas historias de muerte y corrupción. Ahí están los gobernantes, empezando por Felipe Calderón y su incapacidad de debatir los puntos críticos que Scherer le planteó en su último encuentro; los policías, con Genaro García Luna a la cabeza, los soldados, los jueces.

Libro inquietante y revelador, Historias de Muerte y Corrupción puede perfilarse como el epitafio de un gobierno que suicidó su viabilidad y en su obsesión contra el crimen organizado autocumplió la tremenda profecía de un Estado fallido.

 

3 Respuestas a “Julio Scherer y las Historias de Muerte y Corrupción

  1. Excelente artículo que bien vale la pena leer, aunque lo que habría que leer son los libros de Julio Sherer, por lo que revelan; como buen periodista que es, plantea cuestiones que deberían de estar en el debate nacional como aspectos de la mayor trascendencia, pues no cabe la menor duda que tienen que ver con el futuro de nuestro maltratado País ¿quienes ganan con la guerra contra el crimen organizado? debe haber quienes efectivamente están ganando con ello si no ¿como explicarse tal obstinación por continuar con algo que no da resultados y que por el contrario ha causado tantas muertes y generado la más descarada corrupción de la historia de México?….

  2. Pingback: Julio Scherer y las Historias de Muerte y Corrupción (via Jenaro Villamil) « Jestoryas's Blog

  3. Carlos Alberto Soto

    Estoy escuchando en la radio la cronica de este libro. Se agradese el tiempo y la determinacion que se tomo para hacer esto. Desafortunadamente esta nada mas es una Parte de como los carteles y la corrupsion an tomado a nuestro Mexico. Yo soy de cd Juarez chich. Eh vivido la corrupcion y violencia de primera mano.

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