Jenaro Villamil
“El periódico, gran mariposa sucia”, “los muebles, listos para volar en el claro de luna”, “la semilla intenta vivir en el asfalto”, “el mundo y yo dimos un salto el uno hacia el otro”, éstas y otras poderosas metáforas, sencillas, directas, con una construcción lingüística de primer nivel, definen la obra del poeta sueco Tomas Tranströmer, recién galardonado por la Academia Sueca como el Premio Nóbel de Literatura 2011.
Desconocido para la gran mayoría de los hispanohablantes, una leyenda en su propio país, Tranströmer, a sus 80 años, ha huido de la parálisis que le afecta la mitad del cuerpo para volar a través de una poesía que le rinde homenaje al haikú, al verso libre de imágenes poderosas.
Hace treinta años que la academia sueca no galardonaba con el Nóbel de Literatura a un paisano. Todos esperaba que Henning Mankell, famoso por la serie de novelas policiacas que han dado vida a Kurt Wallander, o que el japonés Murakami, un fenómeno mundial ahora con su novela 19Q4, transformaran su éxito en librerías en un reconocimiento del Nóbel.
No fue así. Afortunadamente, estos premios nos permiten conocer la obra de grandes escritores que el mercado editorial no editaría si no fuera por el galardón. Tranströmer es vital, es intenso, es un topo y un águila.
Aquí compartimos algunos versos publicados en estos días: