Caso Paulette, el Montaje por Develar

Francisco Martín Moreno presentando su libro "Paulette: Lo que no se dijo".

La opinión pública nacional se conmocionó con el caso de la niña Paulette. Entre marzo y mayo de este año la desaparición y posterior aparición del cadáver de la menor generó un interés mediático inusitado. Las autoridades de la procuraduría del Estado de México quisieron darle “carpetazo” al asunto con una decisión carente de toda credibilidad entre los ciudadanos y las audiencias: la única responsable de su muerte fue la niña y sus padres, Mauricio Gebara y Lissete Farah fueron eximidos de toda responsabilidad.

La conmoción creada por el caso fue una muestra de cómo la saturación mediática y la mala impartición de justicia, subordinada a una red de intereses políticos y económicos, pueden derivar en un coctel molotov.

Muchos cabos sueltos quedaron en torno al caso. Dos libros, aparecidos entre julio y agosto de 2010 intentan abundar sobre estos cabos sueltos. El primero es ¿Dónde está Paulette?, Crónica de un Testigo, cuya autora es Amanda de la Rosa, la amiga de Lissette Farah, quien la acompañó a un polémico viaje a Los Cabos Sueltos. El otro libro es una investigación periodística del reportero y conductor radiofónico Martín Moreno, Paulette, lo que no se Dijo.

En el caso del testimonio de Amanda de la Rosa, la investigación de la procuraduría y el papel del actual titular de la dependencia, Alfredo Castillo no es cuestionado. Más bien parece un libro para humanizar la figura del entonces ex subprocurador, el mismo que expuso la tesis de que el cuerpo de Paulette, como en el caso de las momias egipcias, se “autoembalsamó”.

Sin embargo, la crónica de De la Rosa, aporta muchos elementos para entender cómo se operó la gestión mediática para convertir la desaparición de la niña en un asunto que se abordó en todas las redes sociales. Ni la figura de Lissette ni la del papá Mauricio salen muy bien paradas en ¿Dónde está Paulette?. Involuntariamente, De la Rosa realiza un fresco sociológico de quienes estuvieron involucrados en el caso, incluyéndose ella misma en la trama.

En la página 185, De la Rosa relata así la respuesta del subprocurador frente a la pregunta que todos los que seguimos el caso se hicieron:

“-¿Por qué no olimos nada?

“Supuestamente, lo que genera el mal olor de un cuerpo es la grasa y la niña tenía muy poca. De acuerdo con su teoría (la de Alfredo Castillo), como el cuerpo no se movió del lugar las ampollas no se reventaron. Además, me explicó Porcayo, que debido a su condición física tenía que tomar medicamentos y estos químicos pudieron hacer que se retardara la descomposición. Sin duda, era un caso atípico”.

De la Rosa toma la explicación de Porcayo como propia y desliza algunas dudas en torno al papel de las hermanas Casimiro, las nanas. Ironiza con varias de las versiones que circularon en los medios y en las redes sociales, pero no arriesga ninguna otra tesis que incomode la versión jurídica de las autoridades judiciales del Estado de México.

Más periodístico, el libro de Martín Moreno reproduce partes sustanciales del expediente y contrasta el resultado de los peritos oficiales con otras opiniones que señalan los errores de la investigación y la imposibilidad de que la niña hubiera acabado “embalsamada” como si fuera una momia egipcia.

La parte sustancial del libro Paulette, lo que no se Dijo son los fragmentos del expediente en las que se documenta que el padre Mauricio Gebara Rahal les dijo a los policías investigadores que él sabía dónde estaba su hija:

“-Sí, yo sé dónde se encuentra Paulette, y solamente se los diré si me ayudan, de forma legal, para que yo no tenga ningún problema con la justicia… tengo el temor de irme a la cárcel…estoy desesperado…” (p. 29).

Dos páginas después, relata que los investigadores Granjeno y Prida se entrevistaron también con Lisette Farah, la madre, quien les confesó:

“-Yo sé dónde está Paulette… y también sé quiénes la desaparecieron… fue mi esposo Mauricio”.

Martín Moreno nos guía en su breve libro-reportaje a través de lo que apunta a un enorme montaje: desde la desaparición, hasta las denuncias en redes sociales, las entrevistas de la madre en medios, la investigación de los peritos, la conferencia del procurador Bazbaz y luego las hipótesis de Alfredo del Castillo del autoembalsamamiento. Las únicas y auténticas víctimas de este caso son la propia menor y la procuración de justicia en el gobierno de Enrique Peña Nieto.

La manera en que se negoció y se ajustó el caso, según las expectativas políticas y mediáticas de las autoridades del Estado de México, nos retratan un caso-tipo de extrema desviación de la procuración de justicia. Pero también ambos libros nos retratan a una clase social, los nuevos ricos mexiquenses de Huixquilucan, que son capaces de todo tipo de vendettas e incriminaciones, en un culto extremo a la alta visibilidad mediática.

El caso Paulette sigue vivo, como el de cientos de expedientes judiciales de la era de Peña Nieto. Tal vez hace falta la distancia temporal necesaria y la documentación completa para entender la trama de este montaje. Sin embargo, ambos libros aportan elementos periodísticos de indiscutible valor.