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2006 y Wikileaks: AMLO, Apocalypse not

Foto: NOTIMEX / Imagen: http://esmas.com

El Zappo

El día de hoy se reveló que el cardenal Juan Sandoval Íñiguez solicitó ayuda a Estados Unidos para que Andrés Manuel López Obrador no llegara a la presidencia de México en 2006, según asegura el cable 06VATICAN61 de Wikileaks. La principal preocupación del prelado era el creciente empoderamiento de la izquierda en América Latina, sin embargo, parece ser que no era el único.

Según demuestran los cables publicados por Wikileaks correspondientes al 2006 mexicano, existía una consternación generalizada ante la posible llegada de la izquierda, y particularmente de López Obrador, a la presidencia del país. Como era de esperarse, Estados Unidos estuvo atento a todo el proceso electoral, desde el inicio de las campañas, las elecciones y el periodo posterior.

Ante revelaciones como la de hoy, vale la pena revisar la perspectiva del país más poderoso ante uno de los personajes más controversiales y uno de los años más simbólicos de este país.

Posiblemente nada resuma mejor la postura del gobierno de George W. Bush con respecto a la llegada del candidato perredista a la presidencia que el título de los despachos enviados por el embajador Tony Garza: AMLO, Apocalypse not.

Los cables revelados por Wikileaks y entregados al periódico La Jornada, detallan el cuidadoso seguimiento que la embajada americana tuvo del proceso electoral.

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Casi 3 mil cables desnudaron el intervencionismo de EU

Pedro Miguel

Periódico La Jornada

Martes 22 de marzo de 2011, p. 7

El pasado 10 de febrero, cuando en el país era ya inocultable la degradación de las relaciones entre Los Pinos y la embajada de Estados Unidos, La Jornada anunció queWikileaks le había entregado el “paquete México” del Departamento de Estado, consistente en casi 3 mil cables, y ese mismo día empezó a difundir aspectos relevantes de la información contenida en ellos.

Dos semanas antes había llegado a la redacción del diario un archivo de poco más de 10 millones de caracteres, unas 8 mil páginas de texto corrido. La mera exploración de ese material requirió de una labor específica de programación y al equipo de reporteros designado para procesarlo le tomó un tiempo familiarizarse con el laberíntico sistema de clasificación y con los miles de abreviaturas y acrónimos empleados por el Departamento de Estado en sus comunicaciones internas. En los poco más de 40 días transcurridos desde entonces, La Jornada ha publicado lo siguiente:

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