
Jenaro Villamil
-Mire, ingeniero, quienes deciden lo que se hace en los contenidos de Televisa somos nosotros –le respondió Emilio Azcárraga Jean a Carlos Slim durante aquella mañana del 3 de febrero de 2006.
-Es que ustedes hacen telebasura –se quejó el magnate, principal accionista de Grupo Carso (ver El Sexenio de Televisa, Ed. Grijalbo, pp.95-96).
Las tensiones entre Slim y el equipo de Azcárraga Jean no disminuyeron. Slim era, hasta entonces, el segundo accionista más importante de Televisa. En los últimos años fue desinvirtiendo hasta quedar con menos del 2 por ciento en todo el grupo, incluyendo Cablevisión, donde llegó a tener la cuarta parte. A su vez, los ejecutivos de la era Azcárraga Jean, conocidos como Los Cuatro Fantásticos, veían con recelo el interés de Slim por entrar a la televisión restringida. Para ellos, el poderío de Telmex, junto con el de Telcel, constituyen una amenaza para sus planes no sólo de negocios sino políticos.

Pasaron cinco años de aquella reunión anticlimática para que en febrero de 2011, después de varios litigios jurídicos, la disputa entre Grupo Televisa y Grupo Telmex, los dos gigantes en los medios electrónicos y en las telecomunicaciones, abandonara los salones cerrados de los especialistas y se transformara en una abierta guerra mediática, publicitaria e informativa con dos “galaxias” o territorios de influencia claramente diferenciados: por un lado, las televisoras (Televisa y TV Azteca), aliadas un grupo de empresas de telefonía celular y fija de menor dimensión y de televisoras de cable dependientes (Canitec); del otro lado, Telcel-Telmex, en alianza coyuntural con MVS, con los medios impresos que no forman parte de la “galaxia Televisa” y unas cuantas estaciones de radio.
El pretexto de esta guerra fue lo de menos. En la primera semana de febrero de 2011 Grupo Carso decidió suspender sus anuncios en los cuatro canales de televisión abierta de Televisa, en protesta por el incremento del 20 por ciento de las tarifas. La empresa de Azcárraga Jean minimizó el impacto. Una semana después, TV Azteca, de Ricardo Salinas Pliego, se sumó con un argumento tramposo: condicionó el contrato de publicidad con Grupo Carso a la disminución de las tarifas de interconexión en telefonía móvil y fija, ambas dominadas ampliamente por Telcel y Telmex.
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