Jenaro Villamil
El programa especial de Tercer Grado con el candidato presidencial de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, era de pronóstico reservado. Y así se expresó en las redes sociales y en los propios índices de audiencia. De acuerdo con el IBOPE, esta emisión tuvo 10.1 puntos de rating en promedio, menor a los 12.3 puntos que registró el de Enrique Peña Nieto, candidato presidencial del PRI-PVEM.
La auténtica fiebre se generó en las redes sociales. Tres Trending Topics simultáneos se emitieron en Twitter. Todavía hasta el jueves quedaban los comentarios agrupados en #YoSiSeQuienEsElPeje y #ViaMiPresidenteEnTercerGrado, promovidos por los simpatizantes del ex jefe de gobierno capitalino, mientras que sus adversarios, la mayoría de cuentas provenientes del priismo, promovieron #ViAUnLocoenTercerGrado.
Más allá de estos temas de interés general en la red social más dinámica e inmediata, los comentarios más negativos entre los usuarios de Twitter y de Facebook no se orientaron hacia el candidato sino a tres de los seis comentaristas que estuvieron esa noche: Adela Micha, Ciro Gómez Leyva y Carlos Loret.
Mejor librados de la furia twittera quedaron Denisse Mearker, Víctor Trujillo, Carlos Marín y Joaquín López Dóriga, mientras que Leopoldo Gómez, vicepresidente de Noticias de la empresa más impugnada en los últimos días, tuvo un discreto y bajo perfil.
Periodísticamente, el encuentro entre López Obrador y sus críticos más constantes en la pantalla de Televisa dio pocas “notas”, quizá porque buena parte de los puntos de contraste fueron los mismos que ya se habían ventilado en los días previos: la cena del “pase de charola” de 6 millones de dólares; la posición de López Obrador frente al IFE; el recuerdo de René Bejarano y los videoescándalos; y la descalificación a las encuestas que realizan empresas como GEA-ISA.
Quizá la frase más destacada del propio López Obrador fue cuando advirtió que él no va a perseguir “al presidente Calderón”. Por primera vez en un canal de cobertura nacional, el ex candidato presidencial del 2006 ya no le dice ilegítimo ni espurio a su adversario panista.
El mensaje era muy claro: el candidato presidencial del PRD-PT-Movimiento Ciudadano se ve como un político que va a privilegiar el consenso con quienes hasta ahora han sido sus adversarios más persistentes.