Jenaro Villamil

El brasileño Luiz Inacio Lula da Silva y el mexiquense Enrique Peña Nieto tuvieron ayer una reunión en un hotel queretano. Foto: Yazmín Ortega. Fuente: jornada.unam.mx
Ya vemos que el verdadero proyecto de gobierno del futuro candidato del PRI a la presidencia de la República, Enrique Peña Nieto, no se discute en los foros de la Fundación Colosio sino en los encuentros controlados con las grandes élites económicas mexicanas: primero,en la pasarela de la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y Televisión(CIRT), donde propuso revertir los cambios de la reforma política de 2007 para que la pantalla vuelva a ser una gran máquina de facturación en campañas electorales; y en estos días en el foro México, de la Cumbre de Hombres de Negocios, realizado en Querétaro.
En este evento, el lunes 24 de abril Peña Nieto propuso “ser audaces” y abrir a la iniciativa privada a la explotación y refinación del crudo petrolero. Su posición no fue casual. La hizo el mismo día que el Secretario de Energía, Jordy Herrera Flores, confirmó que existen enormes yacimientos de gas en el norte de México. La reserva pasará de 4 billones a 20 billones de pies cúbicos.
“Esta es una ventana de oportunidades que no podemos dejar pasar por cuestiones de índole política y electoral”, afirmó Jordy Herrera, en el tono de un vendedor de garage. ¿Recordará el titular de Energía que fue precisamente por el control de las reservas del gas que se instrumentó una estrategia geopolítica en Estados Unidos para invadir y dominar el gobierno de países como Afganistán.
Seguramente ni él ni Peña Nieto lo quieren recordar. Pero saben muy bien de dónde vienen las presiones para ser “audaces” y abrir a la inversión privada –privilegiadamente norteamericana y española- los recursos energéticos del país.