Jenaro Villamil
Numerosos contingentes salieron desde la tarde del jueves de Cuernavaca, Morelos, encabezados por el escritor Javier Sicilia, pero también desde Monterrey, Irapuato, Chilpancingo, Ciudad Juárez, Tampico y decenas de otras ciudades agraviadas por la doble violencia generada por el crimen organizado y por las fuerzas que pretenden combatirlo.
Es una marcha por la paz y no por la rendición, como mal ha interpretado el presidente Felipe Calderón en dos fallidos mensajes: el televisado el miércoles 4 de mayo y en su discurso conmemorativo del 5 de mayo. En ambos, Calderón en lugar de escuchar, regaña y hace una comparación maniquea:
“Los mexicanos de bien estamos en el mismo bando, y por eso no podemos dividirnos sino apostar a la unidad”… “tenemos la razón porque tenemos la ley y porque tenemos la fuerza para ganar”… “no es la opción claudicar y abandonar la suerte a las familias y que sobre las calles del país transiten no las autoridades instituidas democráticamente, sino simplemente criminales y gavillas asesinas de ambición incontrolable y perfidia manifiesta».
Con este tipo de frases, Calderón demuestra que no ha aprendido nada de lo que señalan los distintos movimientos que se han aglutinado en torno a la protesta encabezada por Javier Sicilia.