Jenaro Villamil

Fuente: http://impacto.mx/
El viernes 20 por la noche, a través de El Noticiero de Joaquín López Dóriga, en Canal 2, el PRI inauguró una forma de emitir sus comunicados a través de la televisora más importante del país, como si se tratara de un Ministerio de la Información. En la pantalla apareció el dirigente nacional del PRI, Pedro Joaquín Coldwell, para advertir que “tras una larga y cordial negociación”, su partido decidió romper el convenio de coalición con el Partido Nueva Alianza (Panal), el organismo creado y dirigido de facto por Elba Esther Gordillo, la presidenta vitalicia del SNTE, el sindicato más grande del país.
Apenas unas horas antes, el PRI advirtió mediante otro comunicado que estaban ya negociando los términos del convenio de la coalición parcial con el PVEM y con el Panal, firmados en noviembre del 2011 por el defenestrado ex líder priista y ex gobernador de Coahuila, Humberto Moreira. Para nadie fue un secreto que los términos reales de la negociación fueron conducidos por personeros y negociadores de Peña Nieto, como Jesús Alcántara y Luis Videgaray.
Sin embargo, detrás de las palabras amables de Pedro Joaquín en Televisa, un político de buenas formas y enemigo de las estridencias, estaba el verdadero conflicto anidado entre el equipo de Enrique Peña Nieto, sus compromisos políticos y económicos, y los otros políticos y grupos dentro del PRI. En especial, generó mucho descontento en Chiapas y en Sinaloa que se le ofrecieran al Panal las posiciones al Senado para la hija de la Maestra (así se le conoce a la Gordillo), Mónica Arriola Gordillo, aspirante a la senaduría en Chiapas, y para su yerno Fernando González, ex subsecretario de la SEP con Calderón y que buscaba la candidatura al Senado por Sinaloa.
También circuló la versión que Peña Nieto ya había “comprometido” la posición del Senado en Chaipas para Luis Armando Melgar, funcionario de TV Azteca, director de Proyecto 40. Si no era el Senado, también podía ser una diputación federal. Ya bastantes dolores de cabeza le habían dado al señor del Copetes la situación en Chiapas. La senadora María Elena Orantes renunció al PRI la semana pasada en protesta por el “compromiso” de apoyar al senador del Partido Verde, Manuel Velasco, como candidato de la coalición del PRI-PVEM-Panal para gobernador por esta entidad.
La ruptura entre Elba Esther y Peña Nieto parecía una situación inevitable. Era sacrificar los intereses del Panal o la revuelta de cuadros locales del PRI. La lideresa del SNTE repetía así el escenario que se vivió en el 2006, cuando finalmente rompió con Roberto Madrazo y encabezó una dura campaña en contra del entonces candidato priista. La diferencia, dicen algunos como Andrés Manuel López Obrador, candidato de las izquierdas, es que ahora es “simulada” la ruptura entre el Panal y el PRI. Que en el fondo Elba Esther apoyará a Peña Nieto.
Nadie sabe lo que puede suceder con una mujer que toma decisiones a partir de sus particulares intereses corporativos y no de sus compromisos o convicciones políticas. Ha comenzado una intensa operación política y mediática para minimizar el impacto negativo de esta situación que coloca al peñismo una vez más arrinconado a sus compromisos.