Jenaro Villamil
En menos de tres meses los estrategas del gobierno de Enrique Peña Nieto cometieron uno de los errores elementales de comunicación política: sobrevender expectativas. Dieron como hechos consumados lo que apenas son reformas legislativas –laboral, educativa, telecomunicaciones– incompletas hasta ahora. Olvidaron que el diablo no sólo está en los detalles sino en la operación política. Convirtieron al Pacto por México en la cárcel del éxito gubernamental, tan preocupado por promover el spot internacional del “nuevo milagro mexicano”.
Los defensores del Pacto por México convirtieron un acuerdo administrativo-político en el parto de los montes. Todos aquellos que se opongan, cuestionen o critiquen los “grandes logros” de papel han sido sentenciados mediáticamente como enemigos del progreso, de México y hasta “promotores del vandalismo”, como está ocurriendo con la bomba detonada en Guerrero.