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“De Presidencia o PGR, orden de filtrar declaración de El Grande”

Arturo Cano
Periódico La Jornada
Viernes 3 de diciembre de 2010, p. 11

“Televisa no acusa, quien lo hace es Sergio Villarreal, El Grande, quien está en manos de la Procuraduría General de la República (PGR)”, dice el conductor Joaquín López Dóriga en su programa de radio vespertino, ya desatada la desigual batalla entre el poderoso consorcio televisivo y el semanario Proceso.

Aunque el vocero del gobierno federal, Alejandro Poiré, afirma que el implicado es el reportero Ricardo Ravelo –quien, según El Grande, le pidió 50 mil dólares para que dejara de mencionarlo–, y no la revista para la que trabaja, Televisa mantiene en su portal la cabeza que dice así: “El Grande acusa a Proceso de recibir dinero del narco”.

–López Dóriga dice que ellos no acusan.

–La orden para filtrar esa declaración es de la Presidencia de la República o de la PGR, o de ambas. Pero el instrumento es Televisa –dice a este diario el reportero Ricardo Ravelo, quien desde muy temprano queda, tras el golpazo en la pantalla, del otro lado de la barrera, como declarante.

En un comunicado tempranero,Proceso sostiene que el montajequeda en evidencia cuando Televisa informa que la declaración de Villarreal fue videograbada el 4 de noviembre. Pero como el capo se refiere a una edición de la revista publicada 17 días después, en su noticiero de la mañana del jueves Televisa se corrige: fue el 24 de noviembre.

Ravelo aporta otro dato que mete dudas sobre el testimonio de Villarreal: “No hay ni siquiera coincidencia en las fechas. El Grande dice que lo hicimos famoso por notas publicadas entre 2003 y 2006, cuando el primer reportaje donde se le menciona fue publicado en 2007”.

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Macartismo Televisa-Calderón

(Fragmento del Capítulo VII del libro El Sexenio de Televisa)

Jenaro Villamil

En su emisión nocturna del miércoles 1 de diciembre, El Noticiero de Canal 2 difundió acusaciones del narcotraficante Sergio Villarreal, alias “El Grande”, en contra del reportero Ricardo Ravelo, de la revista Proceso. López Dóriga editorializó y sus compañeros de Tercer Grado dieron una cátedra de cinismo en contra de la revista que ha documentado desde hace años la narcopolítica y los excesos del poder mediático. Televisa, con el claro apoyo del gobierno de Felipe Calderón, inició otra campaña. Para comprender mejor este nuevo estilo de macartismo desde la pantalla, presentamos como información de contexto uno de los antecedentes principales de lo que ahora vemos como un método de intimidación y censura.

El lunes 30 de agosto de 2010, El Noticiero, conducido por Joaquín López Dóriga, abrió la información con el despliegue informativo de la detención de Edgar Valdés Villarreal, alias La Barbie, y con algunos adelantos del cuarto informe de gobierno de Felipe Calderón.

Al filo de las 23 horas apareció el mensaje del empresario regiomontano Lorenzo Zambrano, presidente del Grupo Cemex, quien un día antes escribió en su cuenta de Twitter que “quien se va de Monterrey es un cobarde”. El magnate convocó a “luchar por lo que creemos. Tenemos que retomar nuestra gran ciudad”.

Zambrano aludía así a la ola de pánico generada en la clase pudiente de Monterrey, a raíz de los enfrentamientos de los cárteles de la droga, los narcobloqueos y una ola delictiva inusitada en la ciudad que es considerada la capital de los grandes grupos financieros e industriales del país.

Sin embargo, el noticiero estelar de Televisa contextualizó el Twitter de Zambrano con una información extraña:

“Y no es que sean muchos los hombres de negocios que se han ido de Monterrey, pero sí son conocidos”, afirmó López Dóriga. “Es el caso del dueño de los periódicos El Norte y Reforma, Alejandro Junco, que es uno de los que abandonaron Monterrey para irse a refugiar a Texas, donde vive en su residencia de Austin.

“En julio de 2008, cuando se fue, Junco envió una carta al gobernador de Nuevo León, Natividad González Parás”. La imagen de fondo, mientras se reproducían párrafos de la misiva, era una foto de Junco de la Vega.

“Sé que te enteraste de que mi familia y yo nos hemos cambiado de residencia a Texas. Estaba en un dilema. Comprometer nuestra integridad editorial o cambiar a la familia a un lugar seguro. Los problemas de inseguridad a eso nos orillaron. Perdimos la fe. Y eso cuenta mucho en un país donde millones la han perdido y han emigrado”, decía la carta de Junco de la Vega, en uno de sus párrafos centrales.

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