Jenaro Villamil
En menos de dos meses al frente del Ejecutivo federal, Enrique Peña Nieto ha puesto en práctica el manual no escrito de la clase política mexiquense: a los adversarios externos ofréceles cargos y encargos; a los rivales internos, les pagas facturas; y a los opositores reales créales estructuras paralelas para debilitarlos o dividirlos.
Con una puntualidad meridiana el peñismo ha incorporado a figuras vinculadas a sus principales adversarios a la administración federal: desde personajes como Mario Di Constanzo, otrora fiel defensor de Andrés Manuel López Obrador, hasta adversarios históricos del tabasqueño, como Rosario Robles, secretaria de Desarrollo Social e impulsora junto con el ex panista Manuel Espino y los ex perredistas René Arce y Víctor Hugo Círigo de un nuevo partido, el de la Concertación Mexicana, el primer partido “espejo” de Morena.