Jenaro Villamil
Faltan menos de diez días para que termine el sexenio y las bases de licitación para una cadena de televisión digital terrestre (TDT) no estarán listas. El condicionamiento impuesto por la Comisión Federal de Competencia a la fusión de Iusacell-Televisa es casi seguro que no se cumpla. Funcionó la presión, el chantaje y la “captura” de Televisa sobre los organismos reguladores y, sobre todo, en Los Pinos.
Desde el inicio del gobierno calderonista, la posibilidad de una tercera cadena quedó dinamitada. Televisa bloqueó y amenazó a Luis Téllez, el primer titular de la SCT, cuando osó decir a inicios de 2007 que se analizaba esta posibilidad. La sociedad entre Telemundo-General Electric y el Grupo Saba acabó rompiéndose tras el linchamiento conjunto de Televisa y TV Azteca al empresario mexicano en las pantallas de sus noticieros, sin que tuvieran que pagar ningún costo. Telemundo optó por asociarse con Televisa y borrar cualquier posibilidad de emprender una estrategia independiente.
Entre 2009-2010 todo lo que oliera a una tercera cadena o a competencia en el ámbito de la televisión de paga fue combatido desde el Ajusco o las oficinas de Televisa San Angel. Menos sangrienta que la guerra del narcotráfico, la disputa de las telecomunicaciones fue también un conflicto de cárteles.