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La inocencia de los musulmanes, el engaño incendiario

Jenaro Villamil

Imagen del filme «La inocencia de los musulmanes».

De principio a fin todo parece ser un engaño, menos la violencia y las protestas provocadas en más de una decena de países con población musulmana, así como la muerte del embajador estadounidense Chris Stevens en Libia.

A un hombre con el pseudónimo de Sam Bacile se le ocurrió la producción de una cinta para ridiculizar el islam y a Mahoma. Invitó a algunos actores bajo engaños, como confesó la actriz Cindy Lee García, quien denunció que fue timada por el supuesto Bacile, pues nunca supo que la cinta era sobre el profeta que dio origen al islamismo.

García dijo al sitio digital GawkerMedia que asistió al casting para trabajar en Guerreros del Desierto y no en La Inocencia de los Musulmanes. El guión original trataba sobre un egipcio genérico que vivió hace 2 mil años y la ridiculización de Mahoma, a quien se presenta como pedófilo, homosexual o en escenas de actos íntimos con alguna de sus 61 esposas.

La película completa se desconoce. En Youtube se subió desde el mes de julio un tráiler o adelanto de esta parodia mal hecha que no provocó ningún tipo de reacciones, al menos públicas.

Fue hasta el aniversario de los atentados del 11 de septiembre que se provocaron una ola de protestas en Libia y Egipto por este presunto filme, cuyo director real sería un tal Nakula Basseley, cristiano copto de 55 años y con antecedentes penales por estafa bancaria. Nakula utilizó el sobrenombre de Sam Bacile.

Su video fue útil justamente para despertar el incendio en Medio Oriente que los grupos más radicales esperaban. De acuerdo con la Casa Blanca, detrás de la divulgación del video y del brote de odio estarían las células de Al Qaeda, el organismo terrorista fundado por Osama bin Laden que, evidentemente, no se desmanteló con el asesinato de su dirigente.

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Veracruz, uno de los diez lugares más peligrosos para los periodistas en 2011: RSF

El Zappo

Infografía del periodismo y la violencia durante 2011. Haz clic en la imagen para verla más grande. Fuente: http://es.rsf.org/

La asociación Reporteros sin Fronteras (RSF) publicó hoy su lista de los 10 sitios más peligrosos para el periodismo en 2011 en la que, lamentablemente, se encuentra un Estado de nuestro país: Veracruz.

La también agencia informativa realiza un balance del año con las siguientes cifras:

66 periodistas muertos (+16%)

1.044 periodistas arrestados
1.959 periodistas agredidos o amenazados

499 medios de comunicación censurados
71 periodistas secuestrados
73 periodistas que huyeron de su país

5 netciudadanos asesinados
199 blogueros y netciudadanos arrestados
62 blogueros y netciudadanos agredidos
68 países afectados por alguna forma de censura de la Red

Al respecto el reporte indica: «Diez ciudades, barrios, plazas, provincias o regiones en los que en 2011 los periodistas y los netciudadanos estuvieron particularmente expuestos a la violencia; diez lugares donde la libertad de informar fue burlada».

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El Otoño de la Primavera Arabe…y Mexicana

Jenaro Villamil

Libios se reúnen en el frigorífico que guarda el cadáver del dictador Muamar Kadafi. Foto: Saad Shalash/Reuters. Fuente: latimes.com

Nadie sabe para quién se rebela. O, mejor dicho, no son las fuerzas más democráticas sino las mejor organizadas las que capitalizan las revueltas sociales que derrumban tiranías. Esta reflexión viene a cuento por dos hechos coincidentes y sintomáticos: no terminaba el desfile tanático en el frigorífico libio donde estaban el cadáver de Moamar Khadafi y su hijo, y en Túnez, epicentro de la llamada Primavera Arabe que derrumbó al dictador Ben Ali, el grupo islámico radical En Nahda ganó las primeras elecciones libres, desde 1956, con el 40 por ciento de los votos.

Lo sucedido en Túnez es el espejo del avance de los Hermanos Musulmanes en Egipto, país que derrocó al régimen de Hosni Mubarak tras las sorprendentes movilizaciones de inicio de 2011. Ahí también fueron los grupos del islamismo radical los que capitalizaron, junto con una junta militar provisional, la irrupción de cientos de miles de jóvenes que se rebelaron contra la cleptocracia.

Para que no hubiera duda que tras el derrumbe de una dictadura no siempre ganan las fuerzas más proclives a la tolerancia y a la pluralidad, en Egipto la minoría cristiana copta ha sido protagonista de una persecución y represión sangrienta.

Algo muy similar también a lo que está sucediendo en Libia. La tiranía de Khadafi cayó tras cuatro décadas de represión, falta de libertad de organización y de expresión, pero los rebeldes apadrinados por la OTAN han iniciado una especie de Fuenteovejuna que no se limita a la familia del autócrata sino a decenas de supuestos integrantes del khadafismo que son asesinados, reprimidos, linchados. La fuerza del resentimiento no siembra primaveras sino que cosecha otoños autoritarios.

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Kadafi, el Otoño del Supremo Coronel

Jenaro Villamil

Fuente: thefiscaltimes.com

Nací dos meses después que Moamar Kadafi tomara el poder el 1 de septiembre de 1969 en Libia. A su ascenso se le llamó la “Revolución Verde”. Prometía unir el socialismo con el panarabismo y una peculiar psicodelia que iba desde sus trajes de beduino hasta sus uniformes militares, pasando por su dramático estilo de hablarle al mundo desde ese país feudalizado por décadas de colonialismo italiano.

Una generación de cuarentones nos acostumbramos a ver en Kadafi (nunca hemos podido ponerle la “G” de gato) una mezcla de pop star poshippie con terrorista desalmado que desafió a Ronald Reagan en los ochenta, así como un irascible enemigo de Israel que abruptamente comenzó a servirle a Washington cuando el foco mediático de los tiranos estaba en otro lado.

Kadafi  formó parte de un elenco de “tiranos mediáticos”  o “enemigos de la libertad” que en cuatro décadas prácticamente recorrió todo el espectro de los calificativos occidentales, incluyendo el de “aliado incómodo” en la última guerra del Golfo Pérsico.

Como Kadafi, surgieron los iconos de la anormalidad para la hegemonía de Estados Unidos: el Ayatollah Jomeini, cuya revolución chiita llegó al poder diez años después que la de Kadafi, en 1979, en el antiguo y corrompido reino persa de Reza Palevih, tan frecuentemente cronicado en las páginas de revistas como Vanidades; Saddam Hussein, el viejo aliado de la guerra con la teocracia de Irán y después el “enemigo número uno” de la familia Bush que jugó al Nintendo dos veces en la Casa Blanca, con resultados nefastos para la economía mundial como vemos ahora; en Osama bin Laden, el enigmático y afilado multimillonario saudita entrenado originalmente por la CIA y que en los noventa se convirtió en el más osado y famoso de los terroristas árabes que no encabezaban gobierno alguno sino una red de redes llamada Al Qaeda.

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Muere Kadafi en ataque al convoy en que huía de Sirte

AFP y Dpa
Publicado: 20/10/2011 07:44

La Jornada

Foto: AFP

Roma. El coronel Muamar Kadafi murió en la batalla de Sirte, último reducto de sus fuerzas, anunciaron las nuevas autoridades libias, que proclamaron la «liberación» total del país norafricano tras ocho meses de sangrientos enfrentamientos.

«Le anunciamos al mundo que Kadafi murió a manos de los revolucionarios», dijo el portavoz del Consejo Nacional de Transición (CNT), Abdel Hafez Ghoga.

«Es un momento histórico, es el fin de la tiranía y de la dictadura. Kadafi cumplió su destino», agregó.

La cadena de televisión Al Jazeera en inglés emitió este jueves lo que dijo que era una imagen exclusiva que muestra claramente el cuerpo del derrocado líder libio Muamar Kadafi siendo arrastrado en una calle por rebeldes.

La imagen mostró el cuerpo semidesnudo de Kadafi mientras le quitaban la camisa. Su cara estaba roja y cubierta de sangre y tenía un orificio de bala en un lado de la cabeza.

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La Tragedia de Monterrey Concentra la Atención de los Medios Internacionales

El Zappo

El Casino Royale un día después. Foto: Univisión. Fuente: http://noticias.univision.com/

En los principales diarios, cadenas televisivas y agencias internacionales de información los enfrentamientos en Libia y la hambruna en Somalia fueron desplazados por el “atentado terrorista” en el Casino Royale de Monterrey como la noticia principal, junto con el decreto de tres días de luto nacional del presidente Felipe Calderón y las declaraciones del mandatario norteamericano Barak Obama.

“El narcoterrorismo acecha a México”, se titula la nota de la cadena de televisión hispana Univisión, la más grande de Estados Unidos, mientras que CNN destacó que Calderón declaró “luto nacional” y la BBC de Londres resaltó que hasta hace unos cinco años Monterrey, tercera ciudad del país, era una de las más seguras hasta que se intensificó la guerra contra el narcotráfico.

El periódico español El País divulgó el relato de “los minutos más largos en la historia de Monterrey” y advirtió que “el más reciente episodio de la ola de violencia ha desafiado la capacidad de asombro de sus habitantes”. “Se trata del peor ataque contra la población civil en la historia reciente de México”, advirtió en otra nota informativa.

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¿Se repetirá en Libia la historia de Irak?

Rebeldes toman un monumento en Libia. Foto: Sergey Ponomarev / Associated Press. Fuente: latimes.com/

Robert Fisk

Condenados siempre a librar la guerra pasada, volvemos a cometer el mismo viejo pecado en Libia.

Muammar Kadafi desaparece luego de prometer pelear hasta la muerte. ¿No es lo mismo que hizo Saddam Hussein? Y, por supuesto, cuando Hussein desapareció y las tropas estadunidenses sufrieron sus primeras bajas ante la insurgencia iraquí, en 2003, se nos dijo –por boca del procónsul estadunidense Paul Brenner, de los generales, los diplomáticos y los decadentesexpertos de la televisión– que los combatientes de la resistencia eranfanáticosdesesperados que no se daban cuenta de que la guerra había terminado.

Y si Kadafi y su sabihondo hijo siguen prófugos –y si la violencia no termina–, ¿cuánto falta para que otra vez nos presenten a los desesperadosque sencillamente no habrán entendido que los chicos de Bengasi están a cargo y que la guerra ha terminado? De hecho, no menos de 15 minutos –literalmente– después de que escribí las palabras anteriores (14 horas del miércoles), un reportero de Sky News reinventó la palabra fanáticos para definir a los hombres de Kadafi. ¿Ven a lo que me refiero?

Inútil decir que todo es para bien en el mejor de los mundos posibles, en lo que concierne a Occidente. Nadie desbanda al ejército libio y nadie proscribe a los kadafitas de un papel futuro en el país. Nadie comete los mismos errores que cometimos en Irak. Y no hay tropas en tierra. Ningún zombi encerrado en una Zona Verde occidental amurallada intenta dirigir el futuro de Libia. Es asunto de los libios, se ha vuelto el jubiloso refrán de todo factótum del Departamento de Estado/Oficina del Exterior/Quai d’Orsay. ¡Nosotros nada tenemos que ver!

Pero, desde luego, la presencia masiva de diplomáticos occidentales, representantes de magnates petroleros, mercenarios occidentales de altos salarios y oscuros militares británicos y franceses –todos simulando serconsejeros y no participantes– es la Zona Verde de Bengasi. Puede que no estén (todavía) rodeados de murallas, pero en los hechos ellos gobiernan por conducto de los distintos héroes y granujas locales que se han establecido como los amos políticos. Podemos pasar por alto el asesinato de su propio comandante –por alguna razón, ya nadie menciona el nombre de Abdul Fatá Yunes, aunque apenas fue liquidado hace un mes en Bengasi–, pero sólo pueden sobrevivir si se aferran a los cordones umbilicales con Occidente.

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Dudas frente a la Cobertura Informativa sobre Libia

La cobertura mediática internacional, en general, concentra la atención en la figura de Muammar Al Gaddafi y de sus hijos, con lo cual se ignora los mayores problemas que están viviéndose en Libia en estos momentos, señaló Jenaro Villamil, periodista de la revista mexicana Proceso. teleSUR

Medio Oriente: el mito del efecto dominó

Robert Fisk

Muamar Kadafi durante una reunión de la FAO en Roma, el 16 de noviembre de 2009. Foto: Reuters. Imagen: jornada.unam.mx

Los potentados y tiranos árabes sobrevivientes han pasado una segunda noche de insomnio. ¿En cuánto tiempo los liberadores de Trípoli se metamorfosearán en los liberadores de Damasco y Alepo y Homs? ¿O de Ammán? ¿O de Jerusalén? ¿O de Bahrein o Riad? No es lo mismo, claro.

La primavera-verano-otoño árabe no sólo ha demostrado que las viejas fronteras coloniales permanecen invioladas –espantoso tributo al imperialismo, supongo–, sino también que cada revolución tiene características propias. Ya lo dijo Saif Kadafi al principio de su propia caída: “Libia no es Túnez… será una guerra civil. Habrá baño de sangre en las calles”. Y así fue.

Miremos en la bola de cristal. Libia será una superpotencia de Medio Oriente –a menos que impongamos una ocupación económica como precio del bombardeo “liberador” de la OTAN– y menos africana, más árabe ahora que la obsesión de Kadafi con África central y austral ha desaparecido. Puede que infecte a Argelia y Marruecos con sus libertades. Los estados del Golfo estarán felices –hasta cierto punto–, pues la mayoría consideraban a Kadafi mentalmente inestable y maligno. Pero destronar tiranos árabes es un juego peligroso cuando gobernantes árabes no electos se unen a él. ¿Quién recuerda ahora la guerra de 1977, cuando Anuar Sadat mandó sus bombarderos a pulverizar las bases aéreas de Kadafi, las mismas que la OTAN ha estado atacando en los meses pasados, luego que Israel advirtió al presidente egipcio que Kadafi planeaba asesinarlo? Sin embargo, la dictadura de Kadafi sobrevivió a Sadat 30 años.

Como todos los demás, Libia sufrió del cáncer del mundo árabe: la corrupción financiera… y moral. ¿Será diferente el porvenir? Hemos pasado demasiado tiempo ensalzando el valor de los “combatientes por la libertad” de Libia en sus recorridos por el desierto, y demasiado poco examinando la naturaleza de la bestia, el pegajoso Consejo Nacional de Transición (sic), cuyo supuesto líder, Mustafá Abdul Jalil, ha sido incapaz de explicar por qué sus camaradas –y tal vez él mismo– maquinaron el asesinato del comandante de su propio ejército el mes pasado. Ya Occidente ofrece lecciones de democracia a la Nueva Libia, aconsejando con indulgencia a sus líderes no electos cómo evitar el caos que causamos a los iraquíes cuando los “liberamos” hace ocho años. ¿Quién recibirá los sobornos en el nuevo régimen –democrático o no– cuando esté instalado?

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La Caída de Kadafi

Jenaro Villamil

Seis meses después que iniciaron las protestas en Bengasi, como un contagio de los sucesos en Túnez y Egipto, la caída del dictador libio Moamar Kadafi se convierte en la nota mundial más importante, aunque la mayoría de las agencias internacionales traten de minimizar que se trata de una virtual ocupación de las tropas de la OTAN, la Alianza Atlántica de la posguerra fría, transformada en ejército trasnacional de apoyo.

La información aún es confusa. Al tiempo que miles de opositores integrantes del Consejo Nacional de Transición (grupo fundado en Bengasi y apoyado por Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña) tomaba las calles de Trípoli, la capital libia, Moamar Kadafi lanzaba un mensaje a través de la televisión estatal:

“¿Cómo dejan que arda la bella Trípoli?”. “Deben salir a las calles para combatir a las ratas y a los traidores. Todas las tribus deben marchar hacia Trípoli para protegerla. De lo contrario, serán esclavos de los neocolonialistas”, arengó Kadafi, el dictador que gobernó con mano férrea su nación desde 1969.

De golpe, la imagen de Kadafi se interrumpió. La televisión estatal guardó un hermético silencio. La cadena televisiva árabe Al Jazeera informó que dos aeronaves procedentes de Sudáfrica aterrizaron en Trípoli. Se especula que Kadafi y sus familiares sobrevivientes se exiliarán en Sudáfrica.

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