Primera parte del reportaje publicado en la edición No. 1851 de Proceso.

José Córdoba Montoya y Pedro Aspe, los principales “cerebros” del modelo político y económico del candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto.
Reconvertidos en consultores, accionistas o cabilderos de trasnacionales importantes en materia energética, eléctrica y manufacturera; asesores e intermediarios entre gobiernos estatales y la banca privada para “renegociar” las millonarias deudas locales, los dos colaboradores más importantes del sexenio salinista, Pedro Aspe y José Córdoba Montoya, están de vuelta como los principales “cerebros” del modelo político y económico del candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto.
Pilares de la tecnocracia mexicana, sobrevivientes en la disputa entre Carlos Salinas y su sucesor Ernesto Zedillo, integrantes del “grupo compacto” que surgió en la Secretaría de Programación y Presupuesto desde el sexenio de Miguel de la Madrid, Aspe y Córdoba operan fuera de los reflectores, influyen en las principales propuestas de gobierno de Peña, convencen a empresarios para apoyar al ex gobernador del Estado de México y, sobre todo, definen el tono ideológico de quien aspira a ser el presidente de los “compromisos cumplidos” y del “gobierno eficaz”.
El vínculo entre Pedro Aspe, autor de la frase “la pobreza es un mito genial”, y el equipo de Peña Nieto no es sólo ideológico sino político. Luis Videgaray, su coordinador general de campaña, es socio y alumno de Aspe desde la consultora Protego Asesores, rebautizada el 2 de abril como Evercore Casa de Bolsa, “empresa líder en banca de inversión”.