Mientras Julián Assange, fundador de Wikileaks, pasaba la primera noche en una celda de la prisión de Wandsworth, la misma donde estuvo preso el escritor irlandés Oscar Wilde en 1895, el grupo denominado Anonymus encabezó este miércoles un espectacular ciberataque a las cuentas de Mastercard y de Visa, las dos grandes empresas de tarjetas de crédito, en protesta por haber cortado el financiamiento al sitio en internet que ha generado un auténtico tsunami informativo.
Anonymus agrupa a hackers de todo el mundo que divulgaron en Twitter un link donde se veían los números de cerca de 10 mil clientes de Mastercard. Twitter decidió suspender la cuenta desde donde los hackers divulgaban sus actividades, bajo el lema de “¡Fuego, fuego, fuego!”.
También la página web de Visa sufrió un ciberataque masivo, al tiempo que la fiscalía sueca también se sumó a la lista de protestas, semanas después de que algo similar le ocurrió al banco suizo Postfinance, del servicio postal de Suiza, que canceló también la cuenta de Wikileaks.
De esta manera, la segunda fase de la ola de filtraciones más espectacular de los próximos años se transforma en una ciberprotesta de dimensiones y consecuencias, hasta ahora desconocidas.
La agencia EuropaPress destacó en un despacho informativo que existe temor entre Mastercard y en Visa de que sus sitios puedan colapsarse si la ciberprotesta rinde frutos.
En tanto, Assange se encuentra en la prisión de Wandsworth, la misma donde Oscar Wilde, el famoso autor de La Importancia de Llamarse Ernesto o del cuento El Gigante Egoísta, también se dio tiempo para aclarar en un artículo publicado en el periódico The Australian que la información difundida por Wikileaks no ha puesto en peligro la vida de nadie.
Por el contrario, afirmó este comunicador de 39 años de edad, han sido Estados Unidos y sus aliados en las invasiones a Afganistán y a Irak, quienes han asesinado y puesto en peligro decenas de vidas.
La ola de solidaridad con Assange pone en aprietos a sus propios detractores y críticos. Para muchos observadores, el rostro silencioso de miles de redes cibernéticas tomará vida y pondrá a prueba la era del Internet.