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Guantanagate, Nueva Oleada de Wikileaks

Jenaro Villamil

Namir Noor Elden, periodista asesinado por el ejército estadounidense. Imagen: sientateyobserva.wordpress.com

En abril de 2010 se conoció el video donde soldados estadounidenses asesinan a un reportero de la agencia Reuters, Namir Noor Eelden y a 10 personas más en Irak. El 25 de julio del mismo año se divulgan los “papeles del Pentágono” sobre la guerra en Afganistán, entre 2004 y 2009. El 22 de octubre se realiza “la mayor filtración de documentos clasificados en la historia”, dando a conocer una parte de los cables diplomáticos del Departamento de Estado. Ahora en abril de 2011, el miso sitio, Wikileaks, inició un nuevo tsunami informativo con los primeros 700 cables secretos sobre los presos en la cárcel norteamericana de Guantánamo.

La divulgación de los nuevos cables secretos ya no sólo compromete a la administración de George Bush sino a la de Barack Obama. Las fichas militares revelan que ambos presidentes encarcelaron a más de 150 hombres sin cargos y sabiendo que eran inocentes.

Entre esos prisioneros inocentes se encontraba un anciano afgano, de 88 años, y un menor de 14 años que habían sido secuestrados. A otros afganos los detuvieron simplemente porque usaban un reloj modelo Casio que fue utilizado como cronómetro de Al Qaeda. Al periodista Sami al Hajj se le apresó durante seis años para “proporcionar información sobre el programa de capacitación, equipo de telecomunicaciones y operaciones de recolección de noticias de la red de noticias Al Jazeera”.

Los primeros 779 archivos secretos, de un más de 4,700 folios basados en información de los más altos mandos militares, documentan las más amplias arbitrariedades no sólo en la cárcel de Guantánamo sino en la errática y criminal política de invasión a Afganistán.

Según esta primera oleada, el 20 por ciento de los presos fue conducido a Guantánamo de manera arbitraria y los mandos militares encarcelaba a afganos para “explotarlos”, según la propia terminología de los despachos militares, y conseguir información.

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EU no veía mal la llegada de López Obrador a Los Pinos

Blanche Petrich

 

Periódico La Jornada

Martes 5 de abril de 2011, p. 2

La impresión que causó el candidato de la coalición Por el Bien de Todos, Andrés Manuel López Obrador, en su primer encuentro cara a cara con el embajador de Estados Unidos, Anthony Garza, y sus asesores, el 23 de enero de 2006 –casi al arranque de la campaña electoral–, parecía haber conjurado el temor del gobierno de George W. Bush de estar confrontando a un político que, de llegar a la presidencia, sumaría un gobierno de izquierda más en Latinoamérica. Esta percepción moderada se sintetiza en el título del despacho que los diplomáticos enviaron a Washington: AMLO, Apocalypse not.

Después de conversar extensamente con el candidato de la izquierda sobre cómo sería el papel de México en la arena internacional bajo su mando, el republicano Garza concluye que López Obrador “está trabajando y poniendo las piezas en el lugar correcto para construir un gobierno fuerte”, según el cable 06MEXICO505, filtrado por Wikileaks. Sin embargo, advierte que “para que su gobierno sea efectivo va a necesitar que Estados Unidos juegue un papel determinante en sus programas”.

Al día siguiente de este desayuno, los asesores políticos de la embajada invitaron al coordinador de la campaña de AMLO, Jesús Ortega, quien les dio la impresión de no estar al tanto de todos los asuntos importantes relacionados con la agenda lopezobradorista. Ni siquiera tenía idea de que su candidato se había reunido la víspera con el embajador. Después de una extensa plática, los estadunidenses dudan: “No sabemos si será un buen contacto” para mantener informada a la embajada sobre el curso de la campaña, según el cable 06MEXICO536. Piensan que a la luz de las divisiones dentro del partido, “el nombramiento de Ortega como coordinador de campaña fue para aplacar a su fracción”.

A raíz del primer encuentro, los estadunidenses califican a López Obrador de “modesto, cordial” y “político experimentado”, a pesar de su visión divergente de la del gobierno de George W. Bush.

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