Segunda parte del reportaje publicado en la edición No. 1820 de la revista Proceso. Consulta la primera parte aquí.
Jenaro Villamil

Fuente: http://www.wradio.com.mx/
Con la reaparición de Arturo Montiel, el ex gobernador condenado mediáticamente por corrupto y exonerado jurídicamente por su sucesor y sobrino, Enrique Peña Nieto, también se mandó un claro mensaje de retorno de la impunidad en las filas del PRI que pretende gobernar el país de nuevo.
La reaparición de Montiel, ovacionado también en el evento del 15 de septiembre pasado, forma parte de otro elemento de la cargada: la impunidad es el pegamento fundamental de la “unidad priista”, entendida no como disciplina sino como una larga cadena de complicidades que se reiventan sexenalmente.
Peña Nieto sabe que una de sus principales debilidades es su vinculación con Montiel. Fue su secretario de Administración (firmó los cheques y estuvo al tanto del desvío de fondos), jefe de la bancada del PRI en el Congreso local que frenó cualquier investigación en el 2005 y el delfín que le sobrevivió al escándalo de Montiel en octubre de ese mismo año.
Por eso mismo, la “normalización” de la figura de Montiel es una apuesta por el olvido político en aras de la cargada mediática. Televisa, juez y parte en este juego, no comentó nada en sus espacios de análisis informativo sobre el retorno de Montiel, su ex cliente y su ex víctima en el escándalo de 2005.