Jenaro Villamil
Este viernes se estrena en sólo 10 salas del país uno de los documentales históricos más importantes para entender el papel de la diplomacia mexicana frente a los refugiados judíos, españoles, gitanos y muchos otros que se enfrentaron a la pesadilla nazifascieta. Se trata de “Visa al Paraíso”. A continuación les comparto este texto especial.
“Los que tenían la firma de Gilberto Bosques tenían fe para la vida”, recuerda Concepción Ruiz Funes, una de las refugiadas españolas que llegaron a México, a principios de la década de los cuarenta. Como ella, entre 30 y 40 mil personas fueron salvadas gracias a la intervención del entonces cónsul mexicano en el gobierno francés de la resistencia en Vichy, casi la misma cifra de seres humanos que han muerto en estos años durante la “guerra” contra el narcotráfico del calderonismo.
Prácticamente olvidado como ejemplo para las actuales generaciones, Gilberto Bosques revive en el documental Visa al Paraíso, dirigido y realizado por Lillian Liberman. Tras varios intentos infructuosos por ser estrenado en la cartelera comercial, a pesar de los múltiples reconocimientos internacionales, Visa al Paraíso se proyectó sólo por dos semanas, el 18 de marzo de 2010, en la Cineteca Nacional.

En entrevista con Proceso, Liberman advierte que el proyecto lo tuvo “guardado” durante 15 años y en año y medio editó y compiló los últimos testimonios y documentos fílmicos que se presentan en su obra.
Liberman no oculta la fascinación por el personaje que vivió hasta los 100 años, que nunca se afilió al PRI, que recibió múltiples honores en países como Austria –donde una calle en Viena lleva su nombre-, pero fue “congelado” por los gobiernos posteriores a Díaz Ordaz, por su desacuerdo con el rumbo que tomaron los gobiernos priistas. Amigo hasta la muerte del general Lázaro Cárdenas, quien lo envió a Francia con la consigna de rescatar “al mayor número de personas”.
“Yo tuve el privilegio de grabarlo durante 8 sesiones, en vida, a sus 100 años. Y Bosques conservaba una lucidez y una memoria extraordinaria. Vivía modestamente, en una casa en Camino Real de Tetelpan, y gracias a su hija Laura, la mayor, de 84 años, se ha conservado buena parte de la memoria de Bosques”, rememora Liberman.
El documental, de 1 hora 47 minutos de duración presenta los testimonios, entre otros, del historiador Frederich Katz, cuya familia llegó a México gracias a la intervención de Bosques; del escritor Luis Prieto, quien conoció y documentó buena parte de la trayectoria del diplomático; de Claudia Bodek, hija de un médico berlinés que migró a México; de Roberto Civeira, hijo de un republicano español, fundador del Partido Sindicalista, que conoció de niño a Bosques en los campos de refugio en Francia; de Cecilia Elio, española e hija de un juez de Pamplona; del académico Leo Zuckerman, cuyo abuelo, alemán-judío y militante comunista, también fue salvado por Bosques; del abogado Fernando Serrano Migallón, hijo también de refugiados. Y todos coinciden en un punto fundamental: entre 1939 y 1944, la valentía de Bosques engrandeció a México en el escenario de la Segunda Guerra Mundial.
La lista de artistas, intelectuales, empresarios, profesionistas y jóvenes que Bosques salvó gracias al apoyo del consulado mexicano es infinita. La pintora Remedios Varo y su esposo salieron de Europa gracias al diplomático mexicano. La escultora y pintora surrealista Leonora Carrington también llegó a nuestro país con la “visa Bosques”.
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