Texto original publicado en la edición No. 1806 de la revista Proceso
Jenaro Villamil

Imagen: noticias.prodigy.msn.com
“No le muevan. Hay que esperar el desenlace del proceso judicial”, fue la orden terminante del mandatario mexiquense, Enrique Peña Nieto a sus colaboradores, horas después que se conociera la detención de Jorge Hank Rhon, el hijo menor de Carlos Hank González, el máximo exponente del Grupo Atlacomulco.
Desde San Luis Potosí, la mañana del mismo sábado 4 de junio, el dirigente nacional priista Humberto Moreira lamentó la incursión de efectivos militares en el domicilio del dueño de Grupo Caliente y acusó al gobierno federal de encabezar una “cacería de brujas” contra el integrante de una “destacada familia priista”.
Antes de que optaran por el silencio, la reacción más significativa fue la de Luis Videgaray, actual coordinador de la campaña de Eruviel Avila. El ex secretario de Finanzas de Peña Nieto afirmó que “ni un solo peso” de la fortuna de Hank Rhon, calculada en mil millones de dólares, se había destinado al apoyo del candidato priista a la gubernatura del Estado de México.
Videgaray respondió a los señalamientos de Carlos Navarrete, coordinador de los senadores del PRD, y de Luis Sánchez, dirigente estatal perredista, quienes ventilaron el posible apoyo financiero de la familia Hank Rhon para la campaña de Eruviel Avila.
El golpe contra Hank Rhon fue el inicio de una semana negativa para la campaña de Eruviel Avila y, sobre todo, para las aspiraciones presidenciales del propio Peña Nieto.