Jenaro Villamil

El presidente electo, Enrique Peña Nieto, flanqueado por el diputado Arturo Escobar, del Partido Verde; Luis Videgaray Caso, el senador Emilio Gamboa Patrón, el coordinador priísta en San Lázaro, Manlio Fabio Beltrones; Miguel Ángel Osorio Chong y el coordinador del PVEM en el Senado, Jorge Emilio González. Foto: Cristina Rodríguez/jornada.unam.mx
El chiste más común en las redes sociales es que el próximo zar anticorrupción de Enrique Peña Nieto será Arturo Montiel, su tío, tutor y padrino político.
No es casual la relación. Montiel no es el primero ni el último de los gobernadores mexiquenses caracterizados por la ola de corrupción, pero sí el más ventaneado a través de un escándalo mediático que finalmente lo exhoneró de la cárcel y le permitió a su sucesor entablar un millonario proyecto de promoción personal para llegar a la presidencia de la República, con Televisa y los medios electrónicos que lo acompañan.
El tema de la corrupción es la principal sombra en la trayectoria de Peña Nieto y de su próximo equipo. Ellos lo saben y es el elemento central de la crítica exterior, que tanto les preocupa en términos de “imagen”. Si su compromiso contra este mal endémico del sistema político fuera real, más de la mitad de quienes se mencionan para integrar su gabinete simplemente estarían fuera de toda posibilidad.