Jenaro Villamil

“Si el perro ya no existe, ya no hay rabia, nosotros atacamos la rabia a través de estos compromisos y si no les gusta, pues ya no hay perro y ya no hay rabia. Es una decisión que está en manos de ellos”, concluyó Eduardo Pérez Motta, respecto a la operación Televisa-Iusacell.
El desenlace del proyecto de fusión de las dos grandes televisoras (Televisa y TV Azteca) a través de la sociedad al 50 por ciento en Grupo Iusacell, la tercera empresa de telefonía celular más importante del país, no dejó satisfechos ni a los involucrados ni a especialistas ni a las principales empresas vinculadas con las telecomunicaciones y con la industria publicitaria y televisiva del país.
Los más satisfechos, en todo caso, fueron los operadores de Los Pinos que consideran esta medida como “uno de los mejores legados” del calderonismo en esta materia, aunque la decisión se haya adoptado en uno de los momentos más delicados del proceso electoral federal y en medio de severas críticas de los jóvenes universitarios y de la prensa extranjera al poder desmedido que han adquirido las dos empresas de televisión abierta más importantes del país.
Con un voto dividido de 4 contra 1, la aprobación de la Comisión Federal de Competencia, el organismo responsable de evitar las prácticas monopólicas, está condicionada al cumplimiento de siete medidas, entre ellas la licitación de una tercera cadena de televisión digital terrestre, que si no se cumplen en dos años “detonará automáticamente el mecanismo de disolución” de la sociedad Televisa-Iusacell.