
Vicente Quirarte, José Emilio Pacheco y Carlos Fuentes en el homenaje realizado en Bellas Artes a Fernando Benítez. Foto: Sara Escobar. Fuente: milenio.com
Jenaro Villamil
El domingo se reunieron en el Palacio de Bellas Artes amigos, ex colaboradores y artistas plásticos para recordar el centenario del natalicio de Fernando Benítez, periodista, investigador y fundador de suplementos culturales que arroparon a toda una generación de escritores como Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco, Elena Poniatowska, Carlos Fuentes, entre muchos otros.
A riesgo de frustrar «mi ambición política de ser diputado suplente por Atlacomulco», José Emilio Pacheco, el poeta y recién galardonado Premio Cervantes de las Letras, expresó con tino y humor una reflexión que parece sintetizar el fondo de la polémica reciente por la incapacidad de Enrique Peña Nieto y de otros políticos por citar correctamente lecturas y autores:
«En general, la cultura ha vuelto a ser lo que era antes de Benítez: el patito feo, la paginita escondida entre las secciones de espectáculos. el resultado de esto no es sobre la literatura, es sobre la cultura y el pensamiento», sentenció para abrir boca.
«Nuca pensamos que se pudiera dar un Peña Nieto y es consecuencia de ese deterioro. Dicen sus defensores que qué importancia tiene que un candidato no lea, si él quiere ser presidente y no integrante de la Academia de la Lengua. Si no lee, no puede tener lenguaje, y si no tiene lenguaje, no puede pensar en los problemas del país», abundó el autor de Inventario, su columna imprescindible en la revista Proceso.
Soy contrario a todo lo que huela a PRI y a PAN ó PRIAN, pero considero que a Peña Nieto le han cargado la mano por una equivocación que sinceramente la mayoria tenemos, lean o no lean, son tiempos electorales y nada se perdona, sí a esto le añadimos otros comentarios como por ejemplo el de la hija de Peña, con mayor razon dan elementos para hacerlos trizas, usted creé que Cordero leé, que Vazquez Mota, el mismo AMLO leen a diario y mas titulos que no hablen de politica, ellos leen periodicos y revistas que hablen de ellos, pero no creo que se pongan a leer libros de literatura, poemas, etc.usted creé que Calderon lee, tal vez a periodistas al estilo Marin, Gomez Leyva, Lopez doriga, Carlos Loret, que solo alaban y justifican el desastre de gobierno federal que tenemos, a ellos sí creo que los lea, pero usted creé que Calderon lee la revista proceso o algun libro de Anabel hernandez, o de usted mismo JAMAS
El Sr. Emilio Pacheco tiene toda la razón. Lo mismo decía B. Traven:
«Los libros enriquecen los pensamientos y las palabras»
TELEVISA Y TV AZTECA son los culpables del deterioro de la cultura en México y son el VERDADERO PELIGRO PARA MEXICO.
Sr. peña nieto ¿ya se dio cuenta de que el duopilio televisivo coquetea con usted y con el PAN?? Asi que de acuerdo a la forma como están acomodadas las fichas las televisoras van a ganar por todos lados.
Es su oportunidad, después de tanta pifia, de pasar a la historia, si no como un hombre culto y de visión aguda, si como un hombre sincero, que reconoció que era inepto para gobernar. No lo decimos los proles, los dicen notables intelectuales de nuestro pais, y muchos mexicanos, y creo que tanta gente no puede estar equivocada.
Gánele al destino señor, renuncie.
Todo nuestro cuerpo está tatuado de palabras, de tonos de voz, susurros, gemidos, quejas y gritos. También de silencio. Nuestro cuerpo es una casa en la que guardamos léxicos, símbolos, códigos, sellos, enigmas y misterios, cifrados en letras, números, signos. Nos guste o no estamos habitados y cubiertos de lenguaje: de lenguas familiares y de lenguas «bárbaras». El otro me propone siempre un misterio que resuelvo desde un lenguaje inmediato y secreto. Estoy en el mundo desde mi forma de pensarlo. Se me revela y entrega desde el lenguaje. Es más a mi pensamiento lo sostiene la lengua, sin ella no pienso; sin memoria pierdo mi identidad. Soy poruqe entre otras cosas hay un pasado que me constituye, y ese pasado se cifra de lenguaje. Tengo memoria por que tengo palabras y por ellas desde el lenguaje y su cosmos simbólico tengo mente. Este señalamiento del narrador hacia ciertas figuras públicas que se ciñó a la exigencia de una visión de mundo fue duramente replicado: la exigencia fue elemental y la rección fue de testarudos que amenazan con hacer del campo del lenguaje un desierto. Yo pregunto ya francamente alarmado ¿Eso no es acaso un peligro para nuestro país invadido de temores?